
3. El dolor.
Me han dado un pedazo de tierra dolorida, llena de cicatrices, de heridas que no cierran. Que teme despertar una mañana vacía de niños, mujeres y hombres, y que la historia la abandone en un rincón de los museos. Mientras miles de muertos se preguntan: El porqué de esta guerra. ¿Por qué nos llaman pobres, si rica es nuestra tierra?

4. El peso de la historia.
Llena está mi tierra de traiciones. Señores, gobiernos y corruptelas se reparten los mares y montañas, los ríos y desiertos, y hasta las piedras se llevan… Y en un coro unánime dicen: “Ayudarnos quieren”. Cada humillación se suma y crece, cada miseria se acumula.Estos son los dolores de mi continente, grandes son y no acaban.

5. La fuga.
Han reducido el mundo en una pequeña prisión. Condenando a sus habitantes a una pena perpetúa. Las rutas del miedo me conducen hasta quien desde el cielo, detecta la ignorancia de mis pasos: soy rastro de presa fácil, me han dado un camino hacia ninguna parte. Un periplo lleno de renuncias. Y mi fuga no admite intermitencias: escapo de un lugar para llegar a otro del que huir.

6. El sueño.
Desde aquí pueden verse las cancelas, echadas sobre el sueño de otra costa.
(¿Será cierto que sabe como el entusiasmo y la abundancia?)
Europa: el nombre de mi sueño.

7. El olvido.
En el cayuco viajamos inmóviles como exóticas esculturas. En la fosa marina, los remos chocan contra cuerpos escondidos, que descosen sus labios con los golpes. Es la advertencia de los náufragos, de los muertos que no desaparecen. La palabra “inmigrante” ¡¡Es noticia!! Pero solo existimos si ya no vivimos, ahora somos un número a golpe de titular de tragedia. Periódicos de papel mojado se hunden en el mar olvido.

8. Sin tiempo.
Tras la travesía, mi reflejo que fue nítido: se desfigura. Oigo la voz de los náufragos: “¡¡Tuviste suerte hermano!! Huye, sal a la carrera: ya hay quien te observa y te señala, la orilla es alguien que te apunta. No hay tiempo para llorar por nosotros los desparecidos, los muertos sin nombres, los no identificados, los que jamás volveremos a dar noticias a nuestras familias. ¡Corre, esconde tu sombra en la noche!”

9. La palabra.
Han pronunciado a coro la sentencia infamante, la palabra- “ilegal”- que el poder reserva al extranjero. El fallo estaba escrito: “Tu eres contra ley. Nuestros, son tus derechos”. Para existir sujeto a sus permisos, han izado una montaña de papeles que no entiendo. ¡Sus despachos y leyes huelen a engaño!

10. Miseria.
Cuando la confusión convierte lo posible en un túnel vacío y tortuoso, un laberinto que repite “nadie, nadie”… En este lugar que llaman progreso, busco la sombra de un árbol y no la encuentro. Oh tierra: cada día te ofendemos más!! Te ignoramos y destruimos más!! Deambulo sobre ella: “Europa” y reviento el sueño. Desde aquí ya no creo en el deseo que vigilan las fronteras.

11. Identidad.
Ahora, definitivamente soy él, el “otro”, el que querían: excluido y disuelto en la añoranza. Culpable sin palabra. Vino a robar, decían. Y he sido despojado de mí mismo, para ser nadie. Transformado en imagen, me han dado un papel con mi nombre y apellido: “flujo migratorio”. Mientras en la penumbra, aguarda: “mi identidad” traicionada.

12. El silencio.
Solo despierto al ver mi suerte repetida: Un ovillo de cuerpos golpeados: mercancía de huesos retenida para la inmediata deportación. Donde el silencio es orden si es “ilegal” quien muere.
Expulsado “del sueño”, la travesía ha concluido. Ahora, la vigilia, una sombra que crece de espaldas a la luna.
Expulsado “del sueño”, la travesía ha concluido. Ahora, la vigilia, una sombra que crece de espaldas a la luna.